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Descripción

Interesado por el tema del Marconi, fungió tres años de periodista solitario: hizo contactos, revisó coberturas de prensa y ya pisando los 80, con una prótesis de cadera- regularmente tomaba dos ómnibus, desde Shangrilá hasta esa zona de Montevideo, donde nadie atinaba a poner el pie. Y que él mismo no pisaba desde hacía más de cuarenta años.

Empecé a seguir el asunto después de escuchar algunos abordajes vergonzosos por la radio. Solo, como los locos, En 2012m cuando la policía mató a Nicolás Sosa (el Bebe) y el barrio se sublevó, yo fui, estuve ahí. Pero terminé en banda. Dije No, acá me van a matar y no me reconoce nadie (ríe). En esa época escribía todos los días. Iba, hablaba con la gente y después paraba en algún boliche y anotaba cosas. No grababa porque me daba vergüenza. Hablaba sobre todo con las mujeres, porque los hombres sirven para poco o nada.
Elsa Tasara, referente barrial del Centro Cultural Estrellita de Mar, me decía que el Chuco nunca estuvo en Punta Carreta. Claro, ¡el Chucho! También estaba Angélica, una cecina veterana que en realidad pensaba que el Churco era solo un chorrito de barrio, que a veces repartía. Incluso Angélica creía que lo de la confitería Lion D/Or había sido él. No fue el Chueco, porque yo estaba ahí Pero es lo que ellos recuerdan. Si es verdad, si es mentira en algún punto no importa: lo que importa es que la historia es de ellos.
A mí me queda poco tiempo. Tengo 82. La memoria no pasa por las grandes cosas, sino por todas esas cosas chicas. Estas cosas tienen que quedar.

(El hombre de la maleta. Venancio Acosta. Semanario Brecha, 19/10/2018)

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