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Descripción

LADO A
Sunday Morning. Es parte de nuestras vidas desde que intentábamos descubrir el sentido de las canciones de The Velvet Underground leyendo el insert de sus discos como si fuesen mensajes enviados del más allá. Esta versión fue motivada por un especial sobre “The Velvet Underground & Nico”, con la excusa del aniversario del álbum que abre con ese tema. Aquí suena más luminoso por el modo de cantar de Pedro, menos lánguido y sedante que el original, mientras Orlando interpreta en su guitarra eléctrica esa melodía pegadiza. Así se profundiza la ambigüedad de un tema que a primera escucha transmite armonía con el campaneo del xilofón y el suave canto de Lou Reed hasta que “Watch out, the world's behind you” y esa paranoia que asoma a pedido de Andy Warhol, quien después de escuchar la primera grabación del tema le pidió algo más perturbador.
Al más allá. Cuenta con la excepcionalidad de reunir a cuatro músicos en simultáneo cuando las generales de la isla implican un dueto con Pedro, al que en este caso se sumaron Las Cobras: Sofía Aguerre (teclado y voz), Leandro Rebellato (guitarra y voz) además de Diego Mercadal (percusión). Este cuarteto psicodélico alfombró el estudio con una infinidad de pedales de distorsión y la voz cavernosa de nuestro cantor residente agregó otra capa de misterio a la sinuosa melodía. El nuevo entramado de voces brindó una mayor espesura a la bruma lisérgica del tema que sobresale por su cadencia tribal asentada en lo percutivo.
Temperamento. Una versión que se apega mayormente al sonido que conocemos, con el galope tenso de la guitarra que precede a la tormenta eléctrica. Aquí reúne dos registros distintos y complementarios que alternan voces y coros: de la aspereza a la vibración aguda de Alfonsina acompañada por los gritos desesperados de Pedro en segundo plano. No era simple interpretar, siquiera imaginar la relectura ceñida a guitarra y voz de una canción con ese carácter exaltado; sin embargo nuestra invitada la propuso y encontró el modo de sostener la energía y dinámica del momento más pogueado en cualquier recital de Buenos Muchachos.
María. Cercana al encare más fogonero de nuestro álbum anterior, con el oído y la habilidad de Guzmán Mendaro para reproducir el sonido de aquella búsqueda de Eduardo Mateo por los rincones de su guitarra. Para eso replicó el uso de cuerdas al aire y la afinación en Re abierto, que asocia al blues por Robert Johnson. Lo mántrico y etéreo de Mateo en una canción para la que Guzmán grabó dos guitarras además de coros. Una historia breve y de circularidad hipnótica, entregada hasta lo vulnerable con la sinestesia del pudor titilante y su poesía sideral.
Beauty Lies in the Eye. “Hay algo en el aire ahí/ que te vuelve loco/ te trae de vuelta a mí/ Ha pasado mucho tiempo/ Todo lo que tengo que hacer / Está viviendo/ Está bajando sobre mí/ Quieres ver las explosiones en mi ojo/ Quieres ver el reflejo de lo que solía ser/ Hermosas mentiras/ En los ojos de sueños de otros/ Hermosas mentiras/ Perdidas en los sueños de otros/ Hermosas mentiras/ Perdidas en sueños de otros/ Ya vienen, ya vienen/ ¿Querés ver las explosiones en mis ojos?/ ¿Querés ver el reflejo de lo que solía ser?/ Hey baby/ Hey corazón/ Zorra ven aquí/ Hey hermosa/ Ven aquí cariño”. Un tema de Sonic Youth cantado por Kim Deal derivó en ese hablar alterado de Pedro mientras raspaba con cuchara una rejilla de heladera y Orlando distorsionaba su guitarra ambientando un clima onírico y flashero. Tan David Lynch por su ensoñación y forma experimental que parece provenir de aquellas “Grabaciones del cuarto rojo” de Buenos Muchachos (“Aire Rico”, 1999).
Funeral de la planta. Poco antes de cerrar cada temporada del programa dedicamos un fin de semana a “Diciembra” de 3Pecados, un disco y también el estado de ánimo lejano a los rituales festivos de Navidad y el Año Nuevo. Primero fue contado por dos de sus autores que al año siguiente interpretaron cuatro temas junto a Pedro y finalmente lo recordaron otras personas que intervinieron en el álbum o sienten un afecto especial hacia él. Una evocación siempre dedicada a la memoria de Diego Martínez, el tercer integrante del grupo y artífice desde el teclado y la voz que aparece durante la segunda parte de este tema, el favorito de muchos de los que participamos en los especiales sobre este álbum. Para la ocasión, Pau O´Bianchi tocó la guitarra y cantó junto a Pedro, mientras que Pablo Torres hizo la percusión en su octapad. Conmovedora desde su comienzo y capaz de erizar con esa lírica resplandeciente coreada in crescendo cuando muta a marcha de psiconautas. Una canción galvanizada por la épica de hacer algo entre amigos, a los veintipico y para siempre.
LADO B
Ídolos. Otra excepción que agradecemos es la colaboración de Fabián "Hueso" Hernández cuando visitó la isla en un aniversario del adiós de Los Estómagos en el cine Cordón. Una banda tan cercana a Orlando y Pedro que sus voces quedaron registradas en “Gritar”, grabación a la que asistieron como amigos del grupo. “Ídolos” es la siguiente canción de “Tango que me hiciste mal” y aquí conjuga la fragilidad cristalina que transmite su música con la gravedad de la cantada que desemboca en el monólogo del Hueso, que una vez más se hace estremecedor en el decir. Fue un programa muy especial porque tras esta entrevista grabó varios temas después de años sin hacerlo: el inédito “Dolor de Rambla” que surgió en colaboración con Pedro -quien compuso la letra para la ocasión-, “Ídolos” y “Areanistán”. Esta sesión tuvo la singularidad de prolongarse hasta la madrugada, en un clima en el que las teclas del Hueso y la voz reverberante de Pedro merodeaban el espíritu gótico de aquellas lunas entre nieblas invernales.
Nico. También fue muy esperada la visita de Maximiliano Angelieri, recién llegado de Italia y con la intención de radicarse en Uruguay, previo al regreso de Exilio Psíquico, una banda que mutó de integrantes pero siempre mantuvo la sociedad entre Orlando y Maxi. Desde su primer arribo a nuestro país, Angelieri reveló una notable facilidad para detectar las señas de una generación de “Muchachos” como la que advertía en esa canción: “con un problema grande como un piano vertical en un ascensor”. “Nico” es uno de ellos y su rutina, desesperante hasta lo absurdo, suena más fresca y lúdica con el beat box de Pedro, quien se colgó a producir esos sonidos en el ensayo del tema. Uno de esos momentos donde la isla actúa como un laboratorio de ideas fugaces donde se encuentran los músicos en un ámbito de programa radial que no es un ensayo ni tampoco el registro de un disco. Se trata de un estado intermedio con una grabación amigable que captura lo efímero de la inspiración en primera toma, en un contexto de complicidad que saltea cualquier aduana de autocensura.
The Book of Love. Esa calidez también se percibe en este tema de los Magnetic Fields, interpretado por Pedro y Sebastián Teysera, quien canta en un registro más íntimo del que estamos habituados a escucharlo con La Vela Puerca, dentro de un set minimalista integrado por su guitarra y micrófonos. Una grabación tan hogareña que comienza con los ladridos de Baco desde la casa de Marcelo Fernández, nuestro vecino de isla. “The Book of Love” es un tema que admite lecturas diferentes como esta o la interpretación que hace Peter Gabriel, más dicha que cantada y acompañada por arreglos orquestales. En cualquier caso prevalece la ternura inicial que refleja el arte de este single realizado por Nillo Flores, con quien coincidimos en el candor de la canción y esa impresión quedó reflejada en el atardecer magenta que envuelve a su dibujo de Stephin Merritt.
Balada. A Niña Lobo le bastó un EP de tres canciones donde sonaban las distintas facetas de la banda para sorprender con su indie pop y aportar frescura a la música uruguaya de esos días. Al poco tiempo de compartir sus temas en plataformas, recibimos a Camila Rodríguez que tocó y cantó “Balada” junto a Pedro en un notable contrapunto de voces. Primero la suavidad de Camila cantando con una inocencia que suma gracia a la literalidad contradictoria del comienzo, que segundos después añade la aspereza de Pedro, quien brinda otra intensidad al estribillo. Ambos alternan estrofas como personajes de la misma canción que en su estructura de la calma al estallido remite a la dinámica de los Pixies, esa referencia en común para ambos.
Mañana en el Abasto. Es una canción que podés escuchar toda tu vida porque siempre dice algo más, como le sucedió a Belén Fourment cuando escribió sobre el lanzamiento de este adelanto del disco y se detuvo en “los bares tristes vacíos ya” y los vinculaba tanto al desguace del Abasto como a los boliches en esta época de confinamiento emparedado. Volver al clásico de Sumo es caminar esas calles esquivando tomates podridos, reencontrarse con el paisaje del hombre sentado ahí con su botella de Resero mientras José Luis y su novia se besan. Un retrato de época, de la que sea, melancólica y visionaria, vanguardista en blanco y negro, entre Homero Manzi y Brian Eno, callejera y flotante, con la gracia del extranjero que mira todo por primera vez y pronuncia “arbóles”. Esta versión comienza aflamencada con la mano derecha de Fernando Ruiz Díaz volando sobre las cuerdas de su guitarra durante una canción de casi siete minutos. Su potencia no mengua a medida que avanza, sino que alcanza el pico máximo al cruzarse con el estribillo explotado de Heroin y conjura el nervio de Luca, esa vida en Mi.
Barco hermanito. Cierra este álbum como antes lo hizo en el octavo disco de Buenos Muchachos, que sorprenden con esta balada crepuscular tan Elvis en la voz de Pedro que se escucha más suave y en primer plano. Llega al vinilo con esta versión cantada y tocada por él, algo inusual ya que evita tocar la guitarra en público. Suena íntima, despojada y en primera persona, con el existencialismo de esa mirada al más allá del que pasó demasiado tiempo en las trincheras pero está lejos de inmunizarse de los recuerdos. “Barco hermanito” se funde con la sensibilidad del que escucha y lo transporta al distrito de la emoción, fuera del automatismo cotidiano. Su arte eleva y queda en el aire, acaso ese lugar donde reencontrarnos.

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